martes, 17 de enero de 2012

Aún queda amor.

En un segundo de relajación en el trabajo, esperando a que me vuelvan a bombardear a mails y encargos decido abrir lavanguardia.com. Primer vistazo y todo ok: mucha crisis, España, Standard&Poor's, Garzón, Fraga, Costa Concordia, Mas-Colell, Rajoy,... Lo que cabía esperar. Lo que por la mañana habían contado los servicios informativos de la SER, e incluso el boletín informativo de iCat.

Y luego me pega una bofetada brutal un titular, entre comillas, la frase de una mujer que acababa de perder a su marido. Resulta que en pleno caos en un barco que se hunde, el señor le pone el chaleco salvavidas a su mujer y le dice que salte. No se atreve, no sabe nadar, tiene miedo. Salta él, a pecho descubierto para demostrarle que no pasa nada. La mujer se fía y le sigue. Entonces, las últimas palabras del señor: "No te preocupes, saldré de esta". Sabía que no.

Y luego Abidal, regalándole intangible a un niño que padece un tumor cerebral. No creo que sea un abrazo banal, frío. No creo que sea un guiño. Éste no.

La crisis la pasaremos. No habrán revueltas. Ya pasó la primavera árabe, ya nunca más nos creeremos que podemos decidir nuestro futuro y cambiar el mundo. Volvemos a ser sumisos del sistema, y nadie se atreverá a poner en jaque a su jefe, a su empresa, en un intento de dignificación.
Nos arrastramos entresemana, y nos refugiamos en nuestras vías de escape el fin de semana. Así 52 semanas al año.

Lo único que me preocupa es que el afán de supervivencia nos petrifique.
Lo único que me tranquiliza es ver que entre tanto titular inquietante aún hay espacio para el amor.

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